Ana María Robles, nos presenta un trabajo muy personal sobre los “Mundari” pastores nomadas del Nilo, su trabajo centrado en el ritual de los pastores nos acerca a las tradiciones ancestrales de estos nómadas, la autora trata el tema con una delicadeza y belleza extrema que sobrecoge al expectador.
La exposición fotográfica ‘Nilo Blanco’ de la argentina Ana María Robles llega a Ceuta través de la Asociación Fotográfica Miradas.
La muestra podrá verse en la sala del Centro de Exposiciones FIAP del Teatro Auditorio del Revellín hasta el próximo 23 de septiembre.
Compuesta de 35 piezas muestras la vida cotidiana de los nómadas que viven por el Nilo Blanco (Sudán del Sur) que capturó la fotógrafa poniendo el detalle en “las tonalidades de luz”. “Entre el blanco (presencia total de luz) y negro (ausencia de luz), nos deja a nuestra imaginación la gama de tonos increíbles que se producen en los contraluces y en la intervención de la niebla, el humo y el polvo del campamento”.
En palabras de la propia autora, la fotografías “nos relatan la vida cotidiana de personas con una cosmovisión absolutamente diferente a la occidental. Se trata de los Mundari, pastores nómadas del Nilo, (Sudán del Sur) río caudaloso que deja, entre sus brazos, islas fértiles ocupadas por una comunidad que vive en armonía compartiendo todo, utensilios, mantas, instrumentos y colaborando en las milenarias rutinas diarias.
Por la mañana, poco a poco, las vacas son liberadas y lentamente se dirigen a pastorear dentro de la isla. Los niños se encargan de juntar el estiércol y prender las hogueras. Ellos nacen y crecen entre el ganado, se alimentan de su sangre y leche, se asean con su orina. Temprano, se los ve abrigados con mantas, cubiertos de ceniza, acicalándose.
Al atardecer, cientos de vacas raza Ankole, regresan al campamento después de pastar, llamadas por el sonar de tambores.
Van entrando al entorno de niebla, polvo y humo producido por la quema de las hogueras de estiércol. Cada una de ellas tiene su lugar, atadas a una pequeña estaca y en una ceremonia de total intimidad con el animal, son masajeadas meticulosamente con cenizas, incluso sus grandes cornamentas, por los jóvenes mayores, a modo de protección contra los insectos. Son vacas sagradas intermediarias de sus Dioses y de ellas depende su sustento, su posición social, su dote para formar una familia”.